Existe una ley universal no escrita por la cual toda aquella persona que acaba con una relación sentimental se lanza, tras el pertinente período de duelo, a una etapa de furor adolescente incontrolable e incontrolado. Salidas nocturnas varias. Cambio de look radical. Bailoteos desenfrenados. Dos Gin Tonic. O tres. O cuatro. Que cuatro son las estaciones de Vivaldi. Y cuatro los Jinetes del Apocalipsis. Y para Apocalipsis el pedo que te agarras. Con o sin vomitona. Eso da igual. Y quizás, si se da bien la noche, algún que otro aquí te pillo, aquí te mato. Con su consiguiente morning after. Ahhhhhhhhhh!!!!! Lo del grito siempre dependerá del espécimen junto al que uno se despierte. Que por lo general es para mear y no echar gota...
Y sí. Todo esto es comprensible. Que para el desamor no hay nada como un tiempito de desenfreno. Pero otra cosa es lo de Christina Aguilera. ¡Es que lo de la Titi no tiene nombre!
Y es que la Aguilera, desde su divorcio, no levanta cabeza. Según fuentes muy cercanas a la artista, vamos, los típicos amigos marujos que lo largan todo sin miramientos, la Titi vive en una party continua. Parece ser que Christina se las pilla dobladas. Y con tanta frecuencia que ni sufre los efectos de la resaca. ¡Será borracha! Y claro, las consecuencias no se han hecho esperar. Lo mismo te llama puta a la cara que se folla a su nuevo novio en los baños de cualquier garito. Y tampoco es que se esconda mucho, no creáis. Se ha puesto ceporra. No atiende a consejos. Se pelea con todo el mundo. Y por si esto fuera poco, su ego, ya bastante desarrollado de natural, se ha desatado. Vaya, que la Titi está fuera de control. De hecho, no sería extraño que la cantante fuera ingresada en un centro de rehabilitación en los próximos meses. Siempre según la versión de sus amigos marujos.
Ahora se explica todo. Ahora se entiende que cantara cual loba aullando a la luna el himno americano en la final de la Super Bowl. Que se fuera de morros contra el escenario en la pasada edición de los Premios Grammy. O que resultara menos expresiva que Cher en la película Burlesque. Y mira que es difícil. Ahora se entienden tantas cosas...
A esta espiral de alcoholismo y destrucción en la que está inmersa la Titi es posible que también haya contribuido su condición de eterna aspirante a reina del pop. Porque cuando una tiene una voz prodigiosa. Un físico espectacular. Y madera de estrella. Cuando una tiene todas las papeletas para convertirse en la nº 1. Ser una secundaria de lujo no es opción. Ni consuelo. Madonna también le besó en esa mítica actuación de los premios MTV. Pero nadie se acuerda. ¡Si hasta el realizador de la gala cambió de plano y nos dejó sin verlo! Los laureles fueron para Britney. Y eso jode. Porque canta peor. Está más gorda. Se rapa la cabeza. La internan en un centro de salud mental. Enseña al mundo su caja negra... Y aun así te supera. Siempre lo ha hecho. Y eso jode mucho.
Y cuando lo intentas de nuevo. Cuando sacas un disco después de años de sequía. Y te conviertes en la más moderna para ver si se te pega algo de la Gaga. Cuando parece que remontas el vuelo. ¡Toma! ¡Pa que vuelvas! La crítica te destroza. Las ventas no acompañan. Te divorcias. Te nominan a los razzie como peor actriz. Vamos, que no me extraña que te des a la bebida, hija. Si ya lo decía la profesora del bastón. La fama cuesta.
En fin, mucha suerte Titi. ¡Y no te lo bebas todo! Deja algo para los demás, mujer. Que también tenemos derecho...
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