20.2.11

Deformaciones profesionales.


Ya se sabe que en Hollywood las apariencias lo son todo. Si una moza quiere triunfar en la meca del cine ya se puede ir ahorrando el talento. Que si se tiene, pues mejor. Tampoco es cuestión de tirarlo a la basura. Pero desde luego no es requisito indispensable. Porque en el país de las barras y las estrellas. De las hamburguesas XXL. Y del yes we canEn ese país dónde los sueños se cumplen con denominación de origen, lo realmente importante para brillar como una estrella del cosmos infinito son un par de tetas bien puestas. Un culo respingón y prieto. Y unos labios casi del mismo tamaño que el culo.

Algunas, las más vagas, en su empeño por mejorar lo que la genética les ofreció en el reparto o recuperar lo que el tiempo les arrebató, recurren a los cirujanos plásticos. Y claro, cuando el bisturí se mete por medio, el resultado puede ser monstruoso. Y lo que debían ser unos labios carnosos y apetecibles se convierten en un par de chorizos parrilleros dignos de la barbacoa del mismísimo Georgie Dann. Igual de apetecibles. Sí. Pero para otros menesteres. Algunas incluso sufren de estrabismo pectoral. Porque se les quedan unas peras de campeonato. Redonditas. Voluminosas. Pero una mirando pa Parla y otra pa Cuenca.






Como la cirugía conlleva ciertos riesgos, ¿verdad Nicole?, parece que nuestras celebrities han decidido cuidarse de un modo más natural. Aunque algunas salen estupendas del quirófano, y la mayoría han pasado por él, lo cierto es que la nueva moda allá en las américas es comer sano y hacer mucho deporte. Nuestras estrellitas se ponen finas a lechuga y tofu. Beben litros y litros de agua mineral. Eso sí. Carísima. Que con lo que cuesta una botella de ese agua milagrosa cualquier mortal paga un mes de hipoteca. Y luego se enfundan sus mallas de diseño, con las que podríamos pagar otro mes de hipoteca y ya van dos, para correr por cualquier playa exótica abrazada por cientos de palmeras y guardaespaldas.

Y aunque este movimiento sano y atlético parece inofensivo, el problema es que las hay que se obsesionan. Y unas abdominales de más pueden resultar tan dañinas como un bisturí mal utilizado. Si no que se lo digan a Madonna. La reina del pop lleva años corriendo como si no hubiera mañana. Levantando pesas como si de ello dependiera su vida. Poniéndose tan cachas que ni Terminator se atrevería a tocarle un pelo. Pero qué digo. ¡Si ella misma se ha convertido en Terminator! Músculos hiperdesarrollados. Venas a punto de estallar. La verdad es que no sé si prefiero los chorizos parrilleros de la Kidman...






La última en mutar ha sido Cameron Díaz. La que fuera paradigma de la feminidad, con unas curvas de vértigo, se ha convertido en todo un hombretón. Desde que sale con Alex Rodríguez, jugador de béisbol profesional, la chica se ha vuelto loca. Parece que se ha obsesionado con tonificar su cuerpo. Y a tenor de las últimas fotos que hemos podido ver de ella, la chica lo está logrando. Parece un filete de ternera de cualquier menú guarro. Duro y con nervios de acero. Vamos a ver Cameron, corazón, los excesos no son buenos. ¿Cómo vas a pasearte ahora por la alfombra roja? Te lo digo desde el cariño, pero... ¡Por Dios, que vas a parecer un travesti! Esos hombros. Esos pectorales como piedras. Esos bíceps que ya querríamos algunos...





Yo, visto lo visto, sólo puedo decir una cosa. Jesusito, Jesusito, que me quede como estoy.


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