La concursante más polémica de la pasada edición de Gran Hermano está muy enfadada. Y no es para menos. Hace unos días se publicaron unas fotos de la malagueña en la web de Telecinco, un book a toda página que prometía convertir a la tronista de Mujeres y hombres y viceversa en la nueva musa de cualquier fotógrafo que se precie. Pero ocurrió todo lo contrario. Las fotografías no gustaron a Indhira, los planos no le favorecían nada y el estilismo, lejos de ayudar a su despegue como modelo de portadas, no colaboró demasiado.
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Por si fuera poco, el fotógrafo pretendía llevarla a un “barrio de moros”, dicho de su boca, para realizar las fotografías. ¡Por Dios! ¿Cómo se le ocurre? Pobrecita Indhira. Una belleza llegada de la India no puede introducirse en semejante barrio. Sus tacones de aguja no están preparados para atravesar calles empedradas y su saber estar, su clase y su elegancia no pueden rebajarse a transitar un lugar así. Porque ella es muy fina. O eso intenta hacernos creer. Ella nunca dejaría que millones de personas vieran en directo cómo mantiene relaciones sexuales con un chicarrón del norte. No, ella no. Ella es más romántica. Por ello, no dudaría en enfrentarse, como si de una leona se tratara, con todo aquel que considere su rival con tal de defender el amor de su vida, con trozos de hielo y pizza incluidos.
Ha pasado mucho tiempo de aquello y no sabemos si su corazón sigue palpitando por Arturo. De momento podemos verla todos los días como tronista en Mujeres y hombres y viceversa intentando encontrar al hombre de su vida. Sin embargo, hay una cosa que no ha cambiado desde que salió de la casa de Gran Hermano: sus caprichos y su arrogancia pasean todos los días por Telecinco. Ella camina muy digna, con la cabeza muy alta, segura de sí misma y de que no es una chica “sueltecilla”. Poco le importan los cuchicheos, las miradas y las cabezas que se giran para verla cada vez que ella pasa. Su objetivo es encontrar el amor. Eso sí, nunca seas amiga de su novio, ya que en un arrebato de celos pueden caerte gritos de: “zorra insípida”. Pídele un autógrafo, nunca te lo negará, ni hacerse una foto contigo. Sonreirá y te dará las gracias. Pero a su chico no lo toques. Y si no, que se lo pregunten a Carol…
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En cualquier caso, sabemos que Indhira está buscando un nuevo profesional que sepa inmortalizar su belleza y que le haga un book como ella se merece. Ya pueden temblar Tony Martín y Antonio Aguado, el fotógrafo y estilista responsables de su enfado, pues está muy cabreada y decepcionada con las fotografías, y así se lo hizo saber a su madre Águeda, en una cafetería del centro de Madrid.
Desde aquí le deseamos mucha suerte en la búsqueda de su amor eterno y esperamos que no tenga que repetir aquella frase que ya ha pasado a la historia de la televisión y que suponía el final más triste para una princesa como ella en la casa de Guadalix: “Si me queréis, echarme”.
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